Para algunos teólogos el escollo principal para aceptar la homosexualidad está en el libro de Génesis, en cómo Dios nos creó en forma de varón y hembra (Génesis 1:27) e instituyó el matrimonio con un hombre y una mujer, Adán y Eva (Génesis 2:21-24). Es lo que describen los dos primeros capítulos del Génesis, sin lugar a duda. Pero hay buenos motivos para no leer estos textos de forma excluyente. Dicho de otro modo, no hay que suponer que todo lo que se salga de los parámetros del Génesis sea necesariamente contrario a la voluntad de Dios. Ahora explicaré el porqué.
La creación descrita en Génesis 1
El primer relato bíblico de la creación, en Génesis 1, es muy sintético. Solo describe el mundo creado a grandes rasgos o, como dice la teóloga Megan DeFranza, «a brocha gorda» [1]. Así, por ejemplo, habla de «día» y «noche» sin mencionar el estado intermedio que es el crepúsculo. Tampoco habla de los eclipses. Y cuando describe el reino animal, no menciona para nada los anfibios, criaturas que viven una parte de su vida en el agua, y otra parte en tierra. Y obviamente, como texto muy antiguo, no habla de los animales microscópicos como los protozoos, cuya existencia era totalmente desconocida.

Foto por Wild Spirit en Unsplash.
¿Tenemos que pensar que todas estas cosas, por no estar reflejadas en el relato bíblico de la creación, son contrarias a la voluntad de Dios? ¿Qué son malas? ¿O que son producto de un «mundo caído»? Claro que no. Aunque el Génesis no las menciona, han de tener cabida, tal como son, en nuestro esquema teológico o «cosmovisión», como parte de la buena creación de Dios, en toda su inmensidad i diversidad.
Y si hoy sabemos –porque la ciencia nos lo dice muy claramente– que no todos los seres humanos son tan obvia o típicamente hombres o mujeres, tampoco debería ser un problema. ¿Acaso no habría que aplicar la misma regla? Aunque las personas intersexuales, homosexuales, bisexuales, trans, etc., no tengan una mención en el Génesis como parte de lo que Dios ha creado, deberían tener su lugar en nuestros esquemas teológicos.

Foto por David Todd McCarty en Unsplash.
Si esos esquemas se basan no solo en el texto bíblico sino también en nociones de orden natural o ley natural (así es, por ejemplo, en la teología católica romana), también habría que replantearlos o ampliarlos. Porque se ha descubierto que la homosexualidad se da, de forma natural, en muchas especies de aves y mamíferos. Es un fenómeno ampliamente documentado [2].
Adán y Eva en Génesis 2
De modo similar, tiene mucho sentido hacer una lectura no restrictiva de Génesis 2. Antes de que nadie se espante, déjame aclarar que eso no significa negar que la inmensa mayoría de los matrimonios son –y seguirán siendo– de un hombre y una mujer, como Adán y Eva. No es necesario discutir eso.

Foto por Hector Reyes en Unsplash.
Ahora bien, ¿Génesis 2 nos da base suficiente para rechazar cualquier otra «modalidad» de matrimonio? ¿No podemos ver a Adán y Eva simplemente como un «caso típico» de pareja, no un «ejemplo normativo»?
No deberíamos olvidar que la propia Biblia nos deja ejemplos alternativos de «matrimonio», sin condena alguna por parte de Dios. En algunos casos sus practicantes eran grandes «hombres de Dios»:
- Hombres con más de una esposa: Jacob, Gedeón, David, …
- Hombres con una o varias concubinas (mujeres que no eran esposas de pleno derecho): Abraham, Jacob, David, …

Jacob y sus mujeres, imaginados por Grok.
Parece que Dios tuvo una actitud bastante relajada con estas modalidades de matrimonio, asumidas en aquella época, pero contrarias al modelo ejemplificado por Adán y Eva. Quizás algunos de nuestros predicadores y líderes cristianos también deberían relajarse un poco ante otras uniones diferentes, asumidas hoy día en Occidente.
Ya sé que muchos encuentran un respaldo al modelo «un hombre con una mujer» en las palabras de Jesús, cuando dictaminó en contra del divorcio fácil («por cualquier causa», ver Mateo 19:3-10), citando fragmentos de Génesis 1 y 2. Pero todo su énfasis está en la permanencia de la unión matrimonial. Habría que analizar hasta qué punto es legítimo sacarlo de contexto y usarlo para criticar el matrimonio gay. (Es algo que tengo la intención de tratar en un futuro post.)
En resumen
En cuanto al Génesis recalco simplemente la idea de que es mejor tomar los relatos creacionales como ejemplificativos pero no necesariamente normativos; descriptivos pero no prescriptivos. No es más que hacer una lectura prudente de ellos, tal como recomendé en este post anterior:
¿Lecciones del Génesis? ¡Seamos cautelosos!
(Imagen creada por StockCake)


Notas
[1] DeFranza, Megan R.: «Response to Wesley Hill», apartado «Adam, Eve, and Augustine», en Two Views on Homosexuality, the Bible, and the Church, Zondervan, 2016 (general editor: Sprinkle, Preston), capítulo 3.
[2] Para más información hay, por ejemplo, esta entrada y este anexo en Wikipedia, y este artículo en la revista National Geographic.
Deja una respuesta