Como cristianos, podemos creer firmemente que la Biblia es inspirada por Dios, pero en muchas ocasiones no podemos dar valor absoluto a versículos de la Biblia aislados.

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Esto es así, muy claramente para los proverbios. Si no, ¿cómo tenemos que entender instrucciones contradictorias, como estas de Proverbios 26:4‑5?:
No respondas al necio según su necedad,
o tú mismo pasarás por necio.
Respóndele al necio como se merece,
para que no se tenga por sabio. [1]
Otro ejemplo: La mayoría de nuestras iglesias no prohíben a las mujeres hablar en las reuniones, a pesar de esta instrucción muy clara del apóstol Pablo, en 1 Corintios 14:34:
las mujeres guarden silencio en la iglesia, pues no les está permitido hablar. [1]
En este caso, es fácil no dar valor absoluto al versículo (incluso no darle casi ningún valor), porque hay otros pasajes, sobre mujeres en la iglesia, que dan a entender algo diferente.

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Pero… ¿qué hacemos si no hay otros pasajes bíblicos claros, para darnos la «excusa perfecta» para relativizar o no aplicar ciertos versículos?
Los cristianos que lucharon por la abolición de la esclavitud se enfrentaron a ese problema. Otros cristianos prominentes de la época (algunos con esclavos) los tildaron de «antibíblicos» y «revisionistas». Pero los abolicionistas insistieron en que principios más generales de la Biblia y el evangelio tenían que prevalecer, y acabaron convenciendo a los demás.
Si somos honestos, tenemos que admitir que relativizamos muchas cosas que leemos en la Biblia. A veces es con la excusa de que eran palabras a una persona concreta en un contexto concreto. Así, no solemos insistir en las palabras de Jesús «vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres» (Marcos 10:21) a toda persona que quiere seguirlo, ¿verdad? En cambio, sí nos gusta exhortarnos con las palabras de Dios a Josué «Esfuérzate y sé valiente» (Josué 1:6 [2]). O sea, somos selectivos.
¿Está bien eso? ¿Está mal? La respuesta no es fácil, incluso para mandamientos que podrían entenderse como generales. Si no, explícame cómo o cuándo hay que aplicar instrucciones tan contundentes como esta en Marcos 9:47😳:
si tu ojo te hace pecar, sácatelo.

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☝️En realidad, tanto Jesús como Pablo hacían una lectura y aplicación selectiva de las sagradas escrituras que tenían [3]. Es algo que señalo en mi libro.
Pero entonces… si ni ellos ni nosotros damos valor absoluto y aplicación sistemática a ciertos versículos aislados de la Biblia, quizás tampoco deberíamos hacerlo con el puñado de versículos que parecen condenar la homosexualidad.🤔
En mis siguientes posts iré comentando estos versículos.

Notas
[1] Si no se indica lo contrario, las citas bíblicas son de: Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®, © 1999, 2005, 2017 por Biblica, Inc.®, usada con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.
[2] Cita bíblica de la Reina-Valera Antigua (RVA), de dominio público, reproducida luego por otras traducciones y versiones.
[3] Por ejemplo, cuando Jesús, en Lucas 4:18‑21, anuncia su ministerio citando Isaías 61:1‑2, justamente se detiene a media frase, omitiendo la última parte del segundo versículo de Isaías, que habla de la «venganza» (en algunas traducciones, la «ira») de Dios. Y en Juan 8:1‑11 Jesús manipula hábilmente la conversación con los escribas y fariseos para evitar que se aplique el claro mandamiento de la Ley de apedrear a la mujer sorprendida en adulterio. Pablo, por su parte, ve legítimo y apropiado rechazar la aplicabilidad de la circuncisión y las normas alimentarias judías a los conversos gentiles. Y tanto Jesús como Pablo relativizan o van más allá de las Escrituras que tienen, respectivamente, relacionadas con el divorcio.
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